1. Cazadores de chochos


    Fecha: 29/04/2024, Categorías: Sexo en Grupo Autor: C A Espaicho, Fuente: CuentoRelatos

    Cuatro o cinco años atrás…
    
    En ese entonces tenía un amigo que estudiaba filosofía en la universidad donde yo hacía mi pregrado. Su segundo nombre era José. Nos habíamos conocido en un curso de inglés. Era genial conversar con él. Tenía 23 años, me llevaba uno de diferencia. Ahora debe tener más o menos 28, si no ha muerto; hace tiempo que no sé nada de su vida. Pero cuando nos reuníamos, me contaba mucho sobre su paso como soldado raso en el ejército (había prestado el servicio militar), y antes de irse para allá, me había dicho un día, una novia suya le dio a manera de regado de despedida –hizo un círculo de caracol con el pulgar y el índice- el Chiquito: el botón del culo. Yo nunca había ido al ejército y no tenía tantas experiencias sexuales que contar, como sí él. Hablábamos casi siempre de mujeres, de sus mujeres; o si no, lo hacíamos sobre la filosofía de Pitágoras y de Schelling, sentados en una banca de la U, en la de algún parque, de una plaza, en fin, donde fuera que nos cogiese la tarde.
    
    Solíamos caminar las calles del centro después de salir de clases. Íbamos primero a una panadería cercana, comíamos pan con gaseosa y enfilábamos hacia el boquetillo de las murallas. Allá nos sentábamos a hablar mierda viendo pasar a los turistas, el flujo de carros en la avenida, el mar bañado por el crepúsculo. A veces cogíamos desde donde empezaban las murallas y rodeábamos el casco histórico hasta llegar al Parque de la Marina; nos dirigíamos al Muelle de los Pegasos; atravesábamos el Camellón de los Mártires; nos deteníamos a mirar los libros de las pequeñas librerías de viejo en el Parque Centenario, y si había uno que otro libro interesante, lo comprábamos y nos sentábamos un rato en la fuente del parque. Luego, nos parábamos y terminábamos el recorrido en la Plaza de la Trinidad.
    
    En vista de que el centro estaba plagado de turistas, nos dimos a la tarea de buscar relacionarnos con mujeres de otros países. Al poco tiempo nos convertimos en unos cazadores, unos cazadores que aprovechan sus exiguos conocimientos del inglés para conseguir chochos de diversas nacionalidades. Nuestros objetivos principales eran las extranjeras de piel dorada, cabello rubio y ojos cristalinos. No pocas veces teníamos suerte. Normalmente creábamos la situación, localizando a la víctima y fraguando un plan para caerle. O, también, el punto de contacto surgía de la nada: una pregunta, un comentario, cualquier cosa… Y nosotros las parlábamos en ingleñol (una mezcla de inglés y español rústica, pero entendible). Con algunas intercambiábamos números de teléfono, Facebook, y a los pocos días las culeábamos. Hubo otras a las que nos llevamos de arrastre en seguida.
    
    Recuerdo a una joven europea, pasaba de los 18, de unos 20 años máximo; era danesa o alemana. José y yo habíamos estado viendo ejemplares de libros en el Parque Centenario. Compramos algunos libros ese día. Era temporada de fin de año, casualmente. Para estas fechas el centro se llena más que nunca de ...
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