1. El Escort 9: Rebeca


    Fecha: 29/04/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Alembord, Fuente: TodoRelatos

    Me miré desnudo en el espejo de casa. La imagen que me devolvía era la de un joven de 19 años tremendamente atractivo. Estaba recién duchado, con el pelo castaño y corto aún húmedo y despeinado. Mis ojos eran verdes y sabían adoptar distintas miradas, la del chico malo, el travieso, el dulce y cariñoso, el del adolescente salido,… El resto de las facciones de mi rostro eran bellas pero con un claro deje masculino. Mi cuerpo era esbelto, nervudo y ligeramente musculado, con los abdominales marcados y unos brazos fuertes. Iba completamente depilado salvo por el vello púbico, recortado y arreglado. De este nacía un pene que aún en reposo era grande. Ya en erección alcanzaba unos considerables 22 cm.
    
    Para ser un escort masculino para mujeres no sólo se necesita ser guapo y tener la verga grande. También hay que ser bueno en la cama. Yo lo era. Pero lo que me hacía tan exitoso en mi trabajo eran otras cualidades. Sabía seducir, escuchar a las mujeres, interpretar sus deseos y amoldarme a ellos. Sabía hacerlas sentirse deseadas, bellas y atractivas fueran como fueran.
    
    Antonella, mi proxeneta, estaba encantada. En tan sólo un par de meses trabajando para la Agencia Adonis me había convertido en una de sus estrellas. Estaba ganando mucho dinero acostándome con mujeres maduras. El servicio que proporcionaba la agencia era de lujo y sólo accesible para señoras bastante adineradas. Ya mencioné que sin contar con la comisión que se llevaba Antonella podía ganar entre 500 y 2.000 euros por una sola cita.A eso se sumabanlos regalos y propinas que me hacían algunas de las clientas. Una de las más generosas era Rebeca.
    
    (…)
    
    Salí de la piscina de un salto. Miré a mi alrededor, donde se extendía un gran y cuidado jardín. Formaba parte de la mansión donde mi trabajo como prostituto me había llevado aquella tarde. La dueña de tan fastuosa casa era Rebeca. La mujer estaba recostada en una tumbona. Llevaba un escueto bikini negro y gafas oscuras. A primera vista nadie hubiera imaginado que aquella mujer tenía 48 años. Parecía mucho más joven, como si fuera una veinteañera. La realidad era que aquella hembra me doblaba la edad.
    
    De joven Rebeca había sido modelo y conservaba un cuerpo digno de esta profesión. Era alta y delgada, con curvas sutiles y femeninas. Las piernas eran larguísimas y de muslos torneados. El vientre seguía plano y duro, con un grácil y pequeño ombligo. Los pechos seguían en su sitio, erguidos y turgentes, talla 80. Parecían dos melocotones maduros, dulces y jugosos. Lo mismo pasaba con su culito, subido y respingón. Lo sumaba a un rostro de belleza clásica de pómulos altos, rasgos marcados, nariz pequeña, labios finos pero carnosos y unos preciosos ojos verdes. El pelo era de un vivo color rojo, largo y ondulado.
    
    Rebeca había sabido sacar partido a su belleza. Siendo modelo había conocido a un riquísimo empresario 30 años mayor que ella. Se habían casado y al cabo de unos años enviudó, recibiendo una más que generosa herencia. La ...
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