En busca de una sumisa (2 de 2) - Relatos Eróticos

En busca de una sumisa (2 de 2)

[Es conveniente leer la primera parte https://www.todorelatos.com/relato/196546/ para contextualizar mejor y entender lo que ocurrió]

Después de vestirte me diste un beso y te despediste de mí. Dijiste que querías que estuviera todo listo para las 14.30, y que tenías que hacer unos recados. Justo antes de cerrar la puerta, comentaste:

“Por cierto, bonita. Te he dejado la ropa que quiero que te pongas para recibir a tu amiga sumisa. Ella puede venir vestida como quiera, pero a ti te quiero con lo que he dejado encima de la cama. Sube ahora y vístete para esperarla así. Te quiero”.

Y con una sonrisa, y dejando un aroma fresco en el salón, saliste de casa. Inmediatamente subí a la habitación y al ver lo que habías dejado en la cama, no pude sino sonreír y pensar en lo mucho que te gustaba que estuviera sexy para ti.

Sobre la cama, perfectamente colocado encontré unas medias negras de rejilla, un tanga de encaje, una minifalda negra, un sujetador negro con relleno y un top que me hacía sentir ridículo, porque dejaba al aire mis michelines. De complemento habías dejado la jaula de castidad de aluminio que te gustaba que me pusiera en ocasiones especiales, y unos zapatos de tacon negros, a juego con el resto de la vestimenta.

Me vestí tal y como deseabas y metí mi pollita en la jaula de castidad, doblé mis vaqueros, mi boxer y mi camiseta, y bajé con cuidado al salón para no caer rodando por las escaleras. Volví a sentarme en la mesa para terminar de definir el menú. Lo tenía decidido. Te prepararía unos gambones al horno con cayena y limón, y un lomo de merluza con patatas panaderas, tomate, zanahoria y cebolla. Pero nada más decidir, me entró la primera duda. ¿Para cuántos comensales debía preparar la comida? Odio dejar comida, y tampoco me encanta comerla de un día para otro, así que decidí que lo más sensato era preparar la comida para tres personas.

Saqué la merluza y los gambones de la nevera, y metí en el congelador una botella de Alvarinho que teníamos en el botellero. Me abrí una cerveza y puse algo de música en el equipo del salón. Activé las notificaciones de Skype por si María tenía algún problema al llegar a la dirección que le había proporcionado y ya que estaba, me hice una foto y te la envié.

Enseguida contestaste. Sabía que te había gustado la idea de enviarte una foto, porque dijiste:

“Mmmm. Puta. Te ves guapa, ¿verdad bonita?. No me pongas los dientes largos porque soy capaz de dejarlo todo, volver a casa, ponerte a cuatro patas y follarte delante de tu amiga. No me entretengas, anda… zorrón”.

Sonreí al leer tu mensaje. Me encanta nuestra relación. Es tan tierna y tan salvaje a la vez…Pero un pitido me sorprendió en ese estado de “ñoñería” en el que entro cada vez que me quedo pensando en ti. Era María.

“Hola Pedro. Ya estoy en la puerta de la casa. ¿Puedes abrirme?”.Con la cerveza en la mano abrí la puerta de casa y salí al jardín. Me acerqué a la puerta principal y allí estaba María. Me recibió con una ...