1. Entre las piernas de Andreita


    Fecha: 09/03/2024, Categorías: Fetichismo Autor: JSGD20CM, Fuente: SexoSinTabues30

    Ella tenía solamente 16 años y ya era madre de un pequeño niño de tres años. Bastante flaco y moreno como ella. Ella tenía largas pierna firmes, con pies hermosos de uñas blancas, pero maltratados y descuidados. Con sus dos hermosas nalgas bien paradas y suaves como el tacto de un durazno y esas hermosas tetas paraditas con pezones aún más oscuros que su piel. Ni siquiera el desesperado mamar de aquel flaco niño las había hecho caer aún. Eran tetas de adolecente que apenas descubría la vida. Sus manos huesudas y pequeñas se aferraban a mi espalda aquella tarde en la piscina de mi casa. Había comenzado a trabajar desde hacía dos meses en la casa de mi abuela. Hacía tortillas y ayudaba a su mamá durante la hora de la comida. La conocí un domingo en un almuerzo familiar y me atrapó desde el primer momento en que la ví. Llevaba puesta una pequeña falda de tela rodada que se lemoegaba a las caderas y terminaba a la mitad de sus muslos. De frente un delantal impedía ver sus formas, pero detrás aquella falda dibuja perfectamente su delicioso culo. Unas sandalias negras me dejaban ver sus hermosos pies. Perfectos en su forma, pero descuidados por el trabajo que le supuso ganarse la vida desde niña. Sus labios gruesos y sus ojos negros y grandes dibujaban la inocencia que solo mostraba por fuera y que aquella tarde después de salir de la piscina se esfumó al decirme «que vergota». Era una mezcla entre niña y mujer que decidí cogerme desde que la ví. Aquella tarde en casa de mi abuela busqué la forma de meterle la mano entre la blusa amarilla que dejaba ver el inicio sus deliciosas tetas o de tocarle una nalga de forma descarada para que supiera que sería mía. Pero no se dió la oportunidad. Lo único que pude hacer sin que nadie se diera cuenta, fue mostrarle mi verga erecta al salir del baño justo cuando ella caminaba con las tortillas en la mano en dirección a la mesa. La vio, vio directamente a mi verga yuego me vio a los ojos. Sonrío y siguió caminando. Eso bastó para que me volviera a meter al baño a pajearme esperando que entrara ella y me la mamara con esos hermosos labios que tenía. Ese día no pasó nada, pero no le iba a rendir.
    
    Desde el lunes siguiente me aposté cada minuto que pude muy cerca de la casa de mi abuela. La ví varias veces, salía a la tienda, salía a la panadería e incluso salía a barrer la acera. Pero siempre en la compañía y la celosa vigilancia de su madre. Así pase más de dos semanas, hasta que un día a eso de las seis de la tarde, por fin salió sola. Aceleré el auto y me puse a su lado.
    
    -¿Te acuerdas de mí?
    
    Me vió, sonrío, pero no dijo nada. Solo siguió caminando. Se metió en la tienda y yo salí de mi auto. Llevaba puesta una licra que subía desde sus tobillos hasta su cintura. Sus piernas flacas, pero bien formadas se dibujaban deliciosamente debajo de aquella apretada prenda. Y sus nalgas, ese manjar delicioso que me moría por tocar y saborear se veían torneadas a la perfección debajo de la tela brillante colo azul. Los ...
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