El infierno de mistress margot cap 3 - Relatos Eróticos

El infierno de mistress margot cap 3

CAPITULO III: ¿EXISTE EL INFIERNO?

¿Como había llegado a esta situación? Era la pregunta que rondaba mi cabeza. Había hecho todo bien y había planeado el golpe a conciencia. ¿Qué posibilidades había que me descubriesen? Muy pocas. ¿Qué posibilidades había que fuese la propietaria de la mansión quien me descubriese, que era viuda y ya bastante mayor de edad? Ninguna. La dueña de la mansión era una mujer mayor, una abuela, pero ya había comprobado que me había equivocado, tenía mucha fuerza y una gran pericia que me dejaba sorprendido.

En aquel momento estaba realmente asustado, más bien aterrorizado. Nunca había experimentado la sensación de no poder moverte, no poder gritar o emitir el más leve sonido, su sucia mordaza lo impedía. La señora Margot me asustaba, hablaba muy en serio cuando me advertía que iba a recibir dolor, ya estaba recibiéndolo con sus pinzas, apretaban con una gran dureza mis pezones y tan solo llevaba unos minutos con ellas puestas. El cepo apretaba mis testículos como si me mordiese un cocodrilo.

Aunque en aquel momento estaba asustado, hoy comprendo que era necesario, me lo merecía por completo, mis acciones hacia aquellas personas fueron repugnantes, caí lo más bajo que una persona podía caer. Había robado a personas mayores o personas que no podían valerse por sí mismas todos sus ahorros, o sus objetos sentimentales de toda su vida que nunca recuperarían.

La señora estaba inclinada a mi lado mostrándome la correa gruesa de color marrón. Aquella correa se la notaba ya vieja, tendría muchos años, era un instrumento valioso de castigo de la señora. Lo utilizaba en ocasiones contadas y especiales, aquellas que requerían un castigo doloroso y esta era una de ellas. Me miró fijamente entre sus gafas y contemplé el odio que desprendía hacia mí.

-Voy a romperte el culo a correazos, esto te enseñará a tener respeto hacia los demás. Te aseguro que no vas a poder sentarte durante un mes en ninguna silla. 100 correazos será un castigo justo… te mostraré tu sorpresa. Me da igual cuanto llores, no me detendré hasta cumplir tu castigo, te lo prometo – Me explicó mi siguiente castigo, iba a ser muy doloroso, pero tal como he indicado no podía hacer nada para evitarlo completamente inmovilizado y amordazado.

La señora comenzó a levantase del suelo donde se encontraba de cuclillas a mi lado, pero justo antes de hacerlo se acordó de algo. Me dio su última advertencia o quizás realidad para que no la olvidase.

-Recuerda que siempre que prometo algo lo cumplo. Nunca falto a mi palabra – Me advirtió. La palabra promesa ya la había escuchado de la boca de la señora en varias ocasiones, debería empezar a tomar en serio su palabra.

La vieja señora Margot se situó a mi lado donde me encontraba inmovilizado. Dobló su pesada por correa marrón por la mitad y agarró el extremo entre su mano enguantada. Al instante recibí un primer correazo. Nunca había recibido un correazo en mi vida. Comprobé que puede ser doloroso, una ...