1. Con su blanca palidez


    Fecha: 24/08/2019, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... requería algo así, pero hacerlo delante de su rival/amante le daba un morbo especial. Estaba tan excitado que su pene le hacía daño, encerrado en el exiguo y mojado slip. Se insertó la polla de su amo sentándose de cara a él, quería ver su rostro cuando lograra hacerle aullar de placer y dejar claro quién era el favorito…
    
    La arrogancia se alió con la coca para hacerle cometer un error fatal: emular el arma secreta de Andriy, esa contracción aparentemente arrítmica de su esfínter que convertía cada penetración en algo único, como bien sabía, y que a él le volvía loco. No lo había hecho nunca antes, pero aquella noche lo intentó… y lo consiguió casi enseguida, no con la perfección de su rival, pero sí con el suficiente arte como para provocar en su amo un rictus de satisfacción que colmó su vanidad.
    
    Y de repente, se desató el infierno: el amo Tembo se percató de que era Kalu y no Andriy quien estaba haciendo aquello y, aun bajo los efectos de la droga, su suspicacia le alertó: “¿Cómo conocía Kalu las habilidades de su rival?”. Sólo había una manera…
    
    De un empujón, se deshizo del muchacho, se levantó y fue a por su pistola. «¿Cómo has aprendido a hacer eso? ¿Quién te ha enseñado?», bramó. No hizo falta que ninguno respondiera, ambos llevaban la culpabilidad escrita en la cara. «¡Tú se lo has hecho a él, así lo ha aprendido! ¡Le has dado a él lo que es mío! ¡Mío!», le gritaba a Andriy mientras le golpeaba salvajemente con todo, pistola incluida. El muchacho, sangrando por varios sitios, se hizo un ovillo, tratando de protegerse, colocándose en posición fetal. El amo, de un golpe brutal, intentó insertar la pistola en el ano del chico. «¡Esto era mío!».
    
    Y disparó.
    
    El estruendo acabó de aturdir a un aterrado Kalu, que vio cómo su amante quedaba súbitamente desmadejado y su amo se dirigía hacia él. Ni siquiera intentó cubrirse de los golpes, sólo esperaba el final, deseando que fuera rápido. No pudo evitar volver el rostro cuando aquel enorme ojo metálico miró a los suyos, y sintió el cañón todavía caliente rozar varias veces su sien, dubitativo. El ruido del disparo le dejó sordo y el fogonazo le quemó la mejilla. Sólo el dolor le decía que seguía vivo. Nunca supo el tiempo que permaneció así, arrodillado sobre la cama, sentado sobre sus talones, llorando encorvado con las manos en la cara, esperando el siguiente disparo que nunca llegó.
    
    Chaswe le devolvió a este mundo, tocándole en el hombro. “Lo sabía, lo sabía…” musitaba mientras tiraba del cuerpo de Andriy, arrastrándolo fuera. Tratando de asimilar lo ocurrido, Kalu se quedó mirando la mancha de sangre en el suelo con una extraña lucidez, pero emocionalmente anestesiado. Estaba solo, la ropa y los zapatos del amo habían desaparecido. Buscó la suya y se vistió también. Cuando estaba acabando, sonó un disparo fuera. Imaginó que Chaswe había pagado por su lenidad, pero para su sorpresa, éste se presentó al poco tiempo con un cubo y una fregona. “¡Límpialo!” le dijo. Y se marchó. Fue ...
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