1. Bajo tus pies, mi deseo


    Fecha: 14/08/2019, Categorías: MicroRelatos, Autor: Lynda, Fuente: TodoRelatos

    Desde que era joven, he tenido un fetiche por los pies. No puedo evitarlo, pero me resulta increíblemente sensual. Sentir un masaje o caricias en mis pies me lleva a otro nivel de excitación. Es un placer que siempre he disfrutado y que puedo compartir de manera íntima con mi pareja.
    
    Esa tarde, mi pareja y yo decidimos dedicarnos un tiempo especial, una velada solo para nosotros. La habitación estaba iluminada por velas que creaban una atmósfera cálida y misteriosa. La suave música de fondo envolvía la habitación con su ritmo sensual.
    
    Me recosté en la cama, mirándolo con ojos llenos de deseo. Él sabía mi secreto, mi fetiche por los pies, y estaba dispuesto a llevarlo al siguiente nivel. Comenzó por acariciar mis tobillos, con movimientos suaves y delicados que enviaron escalofríos por mi cuerpo. Sus dedos se deslizaron lentamente hacia arriba por mis piernas, deteniéndose en mis pantorrillas. Sus caricias eran tan sensuales que mi respiración se volvió más profunda.
    
    Con un toque experto, llegó a mis pies. Sus manos grandes y fuertes masajeaban mis arcos con una presión perfecta. Era como si supiera exactamente dónde y cómo tocar para hacerme estremecer de placer. Cerré los ojos y me dejé llevar por las sensaciones.
    
    Sus labios se unieron a la danza, besando mis tobillos y subiendo por mis piernas. Cada beso era una promesa de un placer más profundo. Cuando llegó a mis pies, sus labios los recorrieron con una pasión que me hizo gemir suavemente. Era una experiencia embriagadora, una fusión de mis deseos más íntimos y su deseo de complacerme.
    
    Levanté una pierna y la apoyé en su hombro, dándole acceso completo a mis pies. Su lengua trazó círculos alrededor de mis dedos, provocando cosquilleos que se convirtieron en pura lujuria. Mientras su lengua exploraba cada recoveco, sus manos seguían masajeando mis pies, intensificando la sensación de placer.
    
    Susurros de deseo escaparon de mis labios mientras él continuaba su deliciosa tortura. Mis dedos se retorcían de placer, y mis caderas se movían en respuesta a sus caricias. Cada sensación era una ola de éxtasis que me envolvía, me hacía sentir viva y deseada.
    
    Finalmente, cuando no pude contenerme más, me rendí al placer. Mis dedos se enredaron en su cabello mientras un orgasmo arrollador me envolvía. Fue un clímax que me dejó sin aliento, una liberación de mis deseos más profundos.
    
    Después de compartir ese momento íntimo, nos quedamos abrazados, empapados en el éxtasis compartido. Era un recordatorio de la belleza de explorar nuestras fantasías y deseos, de cómo la intimidad puede ser una fuente interminable de placer. 
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