1. La pícara durmiente


    Fecha: 14/08/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: AlexFlorentine, Fuente: TodoRelatos

    ... desde mediodía. La reina se levanta y su níveo cuerpo se aleja hacia una palangana con agua.
    
    ***
    
    Aproximadamente siete meses después, nació una niña. Hermosa, rubia, con piel blanca y ojos del color de las esmeraldas. El Rey ordenó preparar la mayor fiesta vista en sus dominios e invitó a todos, menos a los niños. Lo malo, que se les había roto uno de los platos de oro, y decidió invitar a doce hadas solo. Se dejó a la que peor le caía, y por qué no decirlo, la que también más fea le parecía.
    
    Con la fiesta, llegó el jolgorio.
    
    —Arturo, esto se está desmadrando —previno la reina su corpiño ajustando.
    
    —Mi reina, ¿no te estarás asustando?
    
    —Sí, me parece poco decente lo que hace esta gente.
    
    —No creía que fueras a asombrarte después de lo que hicimos en algunas partes.
    
    —Mi rey, si bien es cierto que se sabe que usted y yo tenemos una vida jocosa, ninguna más le ha visto esa cosa —alega señalando su entrepierna.
    
    Anticipándose a los hechos, la sala tenía a lo largo de las paredes varios cómodos sillones, donde ya se veía a caballeros con las piernas tapadas por gruesos faldones.
    
    —Pues como dices, mi reina —dijo el rey levantándose y pidiéndole la mano a ella—, venga usted a quitarme la pesadez de entre las piernas.
    
    —Le recuerdo al señor, que tenemos un bebé y que le tengo que dar de comer.
    
    —Y yo, le recuerdo a la reina, cuál es su deber...
    
    La Reina y el Rey, viendo que se les hacía caso omiso se retiraron sin siquiera pedir permiso. La pequeña Aurora dormía, cuidada por su nodriza, en una habitación en la lejanía.
    
    —No sé si habrás, mi reina, comido bastante, pero mira, lo que tienes delante.
    
    El rey se despojó de sus engalanadas ropas en poco más de un instante.
    
    —Válgame el señor...
    
    El rey agarró las ropas de la reina por los hombros y tiró. El corsé saltó.
    
    —Mi señor, el vestido, era nuevo...
    
    —Mandaremos que te hagan miles, pero no quería perder el tiempo, quiero ya probar tus mieles.
    
    —Ay, mi señor —dijo la reina cuando lo tuvo adentro—, recompénseme de los meses de asueto.
    
    Mientras, el hada número trece llegó de imprevisto y escandalizada se quedó, prefiriendo no haberlo visto. La música cesó tan de repente, como mudas de gemidos y gritos, toda la gente.
    
    La bruja, más que hada, estaba encolerizada. Chilló que la niña sería embrujada y cuando fuera adolescente y con una rueca se pinchara, se dormiría; hasta que un príncipe, buen amante de verdad, la despertara.
    
    Nadie se dio por enterado y se marchó peor que había llegado. La venganza sería servida, a ver luego, quién se reía.
    
    —Ya llegó esta aguafiestas e hizo bajar las ballestas —se quejó el hada número tres.
    
    —Ya te digo, qué mal tomada solo porque no había sido citada —alegó la número seis.
    
    ***
    
    Aurora creció y decenas de pretendientes querían probar sus mieles, tocar sus desniveles, meterse en sus vergeles. Aunque en el reino prohibieron los husos, encontró uno abandonado y en desuso.
    
    Tras el pinchazo, Aurora cayó al ...