1. La Mina


    Fecha: 25/03/2019, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... poco me fui calmando y él se terminó acostando junto a mí, aunque todavía vestido. De a poco sus caricias se fueron haciendo más atrevidas. Me repetía que me quería, que estaba enamorado de mí. Me di vuelta y nos comenzamos a besar, introduje mi mano dentro de su camisa y comencé a acariciar su fuerte y peludo torso. Estuvimos largo rato acariciándonos y besándonos, hasta que bajé mi mano, solté su cinturón y metí mi mano tomando su pene. El tamaño era normal, pero estaba terriblemente duro y comenzaba a humedecerse. El acariciaba mis nalgas y fue corriendo mi tanga, acariciando suavemente mi ano. Puse una de mis piernas sobre él para que me penetrara con su dedo, cosa que hizo inmediatamente. Su pene ya comenzaba con algunas sacudidas. Me quité la tanga y me coloqué en posición con mi cola en pompa, ofreciéndosela. No tardó en colocarse detrás de mí y penetrarme lenta pero vigorosamente. Se movía lentamente, tratando de hacer durar el momento, yo le apretaba su pene con movimientos de mi ano, lo que le producían gemidos de placer. En un momento se sentó sobre sus talones y sin sacar su pene de adentro mío me hizo incorporarme quedando de rodillas pero sentada sobre él. Tomó mi pene con una mano retrayendo la piel, dejando la cabeza descubierta, comenzó a pasar un dedo sobre ella, produciéndome un gran placer. Me comencé a mover sintiendo el doble placer de su pene y el roce de su dedo en el mío, hasta que sentí su eyaculación caliente dentro mío, aceleró sus caricias con lo que logró que yo también tuviera mi orgasmo. Nos quedamos en esa posición largo rato. El besaba mi cuello y lamía mis orejas. Finalmente nos tumbamos aún unidos y abrazados. Nos pasamos la noche entredurmiendo y teniendo sexo. Me sentía feliz y verdaderamente enamorada. Por la mañana nos vestimos y nos dirigimos cada cual a sus obligaciones, no sin antes despedirnos con besos, abrazos y caricias, como buena pareja de amantes.
    
    Durante el día el se pudo escapar una vez a mi oficina y nos estuvimos besando y abrazando en secreto.
    
    Ese día me sentí muy feliz y antes de la cena me vestí con mis mejores ropas, puse empeño en mi maquillaje y me adorné con aros y collares, quería que él me siguiera deseando. Y así fue, nos pasamos la cena cruzando miradas que presagiaban otra noche de amor.
    
    Me retiré a mi habitación y me dispuse a esperarlo, pero al rato otro fue el hombre que entró. Ante mi cara de asombro y disgusto dijo:
    
    -Los hombres nos hemos puesto de acuerdo. Te visitaremos uno cada noche. Te trataremos bien, si vos colaborás. Te dejaremos estar con Javier noche por medio. Si no querés que los lastimemos a los dos, mejor que lo aceptes. Si esperás que te venga a salvar, te aviso que lo hemos tenido que atar a una cama, lo golpeamos pero está bien-
    
    Mi felicidad se derrumbó, temí por él y tuve pena por mí. A esta altura mi capacidad de revelarme había desaparecido y además parecía que lo único que podía hacer por Javier era obedecer lo que se me mandara.
    
    Mi ...