Querido diario: mi primera noche con Mindy - Relatos Eróticos

Querido diario: mi primera noche con Mindy

Querido Diario:

La última vez que te escribí acerca de Mindy, quedaron algunas cosas pendientes de ser contadas, así que hoy te hablaré de ello.

La verdad es que salimos de cine bastante excitadas, así que nos dirigimos al sitio de taxis de la plaza, nos subimos a uno y Mindy le indicó a donde debería ir. El taxista no disimuló ni siquiera un poco la sonrisa pervertida en su cara, pero el estado en que nos encontrábamos hizo que aquello no nos importara, pues en cuanto el taxi arrancó, Mindy me tomó suavemente de la nuca y me atrajo hacia ella para seguir besándonos.

El trayecto pareció durar un segundo. Nos bajamos del vehículo sin hacer caso de un comentario estúpido y corriente que nos hizo el taxista. Casi corrimos al interior del hotel.

El chico que nos atendió no nos quitaba la vista de encima, a pesar de vestir ropa holgada, a las dos e nos notaban los pezones endurecidos por encima de la ropa y el chico hizo gala de descaró mirando nuestros pechos mientras nos daba las llaves de la habitación.

Subimos por las escaleras, ella me dejó pasar primero pero, casi para llegar al segundo piso donde nuestro cuarto se encontraba, sentí cómo deslizó sus dedos entre mis piernas, presionando mis labios y robándome un gemido, cuando una descarga de placer me recorrió y me obligó a detenerme.

Mindy e arrinconó contra la pared y me besó de nuevo, la pasión que desbordaba esa mujer era excitante, la deseaba, la quería para mí, al menos por esa tarde. Dejamos de besarnos solo para dirigirnos al cuarto de hotel, me tomaba de la mano, un gesto simple pero que me hizo estremecer nuevamente.

Pensé que cuando entráramos al cuarto nos abalanzaríamos una contra la otra y nos entregaríamos a un desenfreno sexual de placer, sin embargo, pronto me di cuenta de que estaba completamente equivocada.

Una vez dentro del cuarto, Mindy cerró la puerta y ambas reanudamos nuestros besos, pero en eta ocasión, ella marcó el ritmo, reduciéndolo a candentes besos pero tenían un alma de romance, apasionados pero no desesperados aunque en mi interior hervía por meter mi lengua hasta su garganta. Tenía una forma de controlarme muy sutil pero definitiva, eso me excitó aún más, el que me impidiera dejarme llevar por completo, que restringiera un poco el placer que podría sentir.

Me levantó la sudadera dejando mi senos al aire, pero no se lanzó a por ellos de inmediato, por un momento solo los miró mientras una de sos manos me acariciaba una de mis mejillas y la otra bajaba y me tocaba un poco la entrepierna, por encima de la ropa, mordiéndose los labios al ver mis pezones. Sentir su deseo en su mirada, era estremecedor.

Me besó de nuevo mientras me quitaba la ropa que me quedaba y yo comenzaba a desnudarla. Me tomó de la mano y me llevó a la cama, nos sentamos frente a frente con las piernas entrelazadas, abiertas, tratando de estar lo más cerca posible de la otra y entonces nos comenzamos a besar, nuevamente, acariciando nuestros senos, recorriendo las ...