1. Él llegó a hacerle compañía


    Fecha: 18/07/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: DibujanteHot, Fuente: CuentoRelatos

    La casa estaba completamente sola. Él llegó a hacerle ‘compañía’, con ese pesado bolso en la espalda y una chamarra que siempre le tapaba el torso. Ella se lo había imaginado tantas veces fuera de esas cotidianas indumentarias, tantas veces imaginó como arrancarle todo y dejarlo totalmente desnudo sobre su cama. Hoy era ese día donde él sería a totalidad propiedad de ella.
    
    Con una dulce pero a la vez hambrienta sonrisa la joven recibió a su hombre. Este pretendía y presumía su inocencia, conocía lo que ocurriría más sin embargo estaba dispuesto a someterse a ello. No hubo barreras ni puntos de control y el viaje fue hasta el cuarto de la señorita. Ahí; recostado en el centro de la cama de encontraba un látigo de negro cuero enroscado, presentado de forma simbólicamente sugestiva, como si estuviese listo para usarse.
    
    Ella le ordenó quedarse en ropa interior y esperar por ella. Se retiró al baño pero desde ahí no pudo evitar mirarle: Observar cómo se quitaba la camisa dándole la espalda al baño, descubriendo aquella amplia espalda ante los ojos de ella, recorría la vista por la cintura y la llevaba al trasero, cubierto por el bóxer de él.
    
    Terminó de prepararse y salió a su encuentro, él se volteó para verla y se topó con esa sensual imagen de ella, en un corsé de cuero, el sostén del mismo material estaba unido al corsé con cierres, unas botas que llegaban a sus rodillas seguidas hasta el corsé por una maya negra que le daba un acabado dominante a esas grandes y hermosas piernas de tostado color y cubriendo su intimidad un brillante negro que dejaba al descubierto todo su trasero.
    
    La hembra se mordió los sabios en excitación al ver el cuerpo que tanto deseaba.
    
    —Ponte en cuatro —Le ordenó a él, este obedeció y desplegó la vista que ella esperaba.
    
    Jadeó en su interior se acercó y por más que lo intentó no pudo disimular su deseo, desenredó el látigo y con un ágil movimiento de dio un moderado latigazo en la espalda. El muchacho arqueó la espalda para abajo y suspiro volteando a verla. Ella dijo. —¿Qué esperar esclavo? Bájate los pantalones —demandó dándole otro latigazo.
    
    El despegó un pequeño gemido, sostuvo su cuerpo con la cabeza y las rodillas mientras se bajaba el bóxer frente al rostro de ella que detalló cada centímetro que se le revelaba como si quisiera comérselo entero.
    
    Ella suspiró deliciosamente mientras acercaba sus manos a aquél trasero, ese par de redondos trozos de carne, duros y tensos; con la piel de gallina por esas manos que tocaban cada vez más cerca del centro, separando los glúteos de un lado al otro, observando directamente aquél agujero. Sentía la agitada respiración de su esclavo, quien esperaba lo que estaba a punto de suceder.
    
    Lubricado con un líquido especial, el dedo medio de la excitada mujer ingresó en el hombre por detrás, él pretendió tragarse el gemido pero no pudo. Ella disimuló la molestia y dijo:
    
    —¿Te quieres tragar los gemidos? —Le sacó el dedo que había introducido y camino al ...
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