Probando el scat - Relatos Eróticos

Probando el scat

Todo presagiaba que aquella jornada iba a ser, cuanto menos, peculiar. El clima era agradable. No era necesaria mucha ropa y los combinados se bebían casi solos.

Las miradas se cruzaban en una fiesta que pese a no tener el ambiente musical que más me gustaba no estaba falta de buena gente. A medida que la tarde iba cayendo y las copas se saboreaban, un cierto halo de erótico ritual se palpaba en los cuerpos de los que allí nos contoneábamos al ritmo de los graves de aquellas canciones con letras atrevidas e insinuantes.

Yo no tuve por menos que fijarme en ella. Sus grandes pechos sobresalían del escote en su justa medida. El bamboleo de aquellas generosas caderas resultaba hipnótico ante mis ojos y su cara atraía mis miradas poco a poco más lascivas.

Durante una canción con decibelios menos altos y viendo que su amiga se ocupaba de ir a por bebida, me atreví a presentarme. No me puso mala cara ni se excusó. Con agrado me percaté de su, al menos a priori, receptividad.

Típicas preguntas triviales de rigor antes de adentrarnos en conversaciones con más trasfondo que el alcohol nos ayudaba a llevar a efecto. Acercamiento, bailes, cortejo...

su amiga ya se había perdido entre el bullicio y los míos... a saber...

Recuerdo que lancé el primer ataque con un intento de beso que ella regateo cual buen futbolista. Creo que mi sonrisa resignada hizo que fuera ella quien dirigiera su boca a la mía para dar comienzo así al baile de lenguas jugosas y ardientes.

Nos saltamos el viaje en taxi a mi casa y los tocamientos durante este para situarnos en un momento crítico. A veces, las bebidas esprituosas provocan en mí un efecto laxante que hace que al tiempo de consumirlas necesite utilizar el WC. Bien, ese fue un claro ejemplo.

No sabía como reaccionar y ocultarle mis ganas de sentarme en el retrete pero en ese momento un retortijón oportuno se lo comunicó por mí. Ella, algo borracha pero graciosa me dijo que si necesitaba algo y yo le dije que sí con cara de resignación. ¡Cuál fue mi sorpresa cuando me preguntó dónde estaba el cuarto de baño para acompañarme!. En principio pensé que era broma pero mi corazón se aceleró al ver como levantaba su falda, bajaba hasta quitarse su tanga y empezaba a mear mirándome con ojos fijos. ¡Que no te de vergüenza, todos lo hacemos!. La mezcla de necesidad de cagar y el morbo se hizo patente al ella sacarse esas enormes tetas y ofrecerse a que las cagara.

Justo antes de que eso ocurriera, su ropa ya estaba en el suelo y mis pantalones al lado. Acerqué mi culo y antes de que hiciera fuerza para que todo saliera, uno de sus dedos empezó a adentrarse en mi ano tras ser chupado por su boca, la cual, tambien paseó por mi agujero incitando así las ganas de darle mi caca que seguro iba a ser blanda y líquida.

En efecto. Hice lo posible para que no saliera de manera fuerte y exagerada pero sí caliente y muy humeda. No veía en ese momento sus tetas pero al darme la vuelta después, observé como tapaba por ...