1. Nochevieja de morbo.


    Fecha: 19/07/2022, Categorías: Jóvenes Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... lo creíamos. Me confesó que aunque me pareciera una locura, se estaba enamorando de mí. Yo también lo admití. Nos deseábamos y nos amábamos, y nuestros cuerpos encajaban a la perfección en todo aquello. No nos importó no usar ningún tipo de protección o anticonceptivo. Queríamos sentirnos al máximo, con todas las consecuencias. Le pregunté qué pasaba con su mujer y su familia y me respondió que no podía pensar en ello y que no le importaba nada.
    
    Sin salir de mi, me agarró y me volteó sobre el sofá cama, colocándose en la famosa postura del misionero. Me dijo que no pararía de hacerme el amor. Eso me excitó de una manera brutal y busqué su boca y su lengua de nuevo. Comenzó a penetrarme otra vez y una oleada de inmenso placer nos invadió. Primero despacio, y a medida que el placer aumentaba, más rápido. Los dos gemíamos con locura. Volví a correrme de manera increíble y ya no pude evitar gritar. Al oirme, noté como él también se corría abundantemente dentro de mi. Muchísimo. Sentí como explotó y aquello hizo que mi orgasmo se alargara con el suyo aún más. Apreté mi cuerpo contra él y él hizo lo propio, hasta ser uno.
    
    Aquella noche no paró de hacerme el amor. Una y otra vez. Cuando me levantaba a beber agua, cuando otra vez me asomé a la ventana... su pene estuvo más tiempo dentro de mi que fuera. Pero no fue solo una noche. Esa nochevieja fue solo la primera. Las siguientes dos noches estuvimos allí también encerrados. Pedíamos comida al chino de la esquina y seguía haciéndomelo. Su mujer llamaba al movil, preocupada. Él se inventó una excusa absurda, hasta que decidió apagarlo. Sólo quería estar dentro de mi. Y yo sólo quería tenerlo dentro de mi.
    
    Con el tiempo me di cuenta de que estaba embarazada. De algún modo supe que aquel primer polvo en el portal de la oficina fue el que me dejó preñada. Desde aquellas tres noches no había podido quitármelo de la cabeza, pero decidí no llamarlo. Aguanté un tiempo, por su familia y por respetar su intimidad, pero aquello no podía continuar. No podía tener aquel hijo. Aún no se me notaba la barriguita, pero era un marrón, para él y para mí. A pesar de todo, yo estaba enamorada de aquel hombre. Lo amaba.
    
    Tras varios intentos, al fin conseguí contactar con él. Le expliqué la situación y coincidió en que el embarazo no podía continuar, así que me llevó a una clínica privada para practicarme un aborto. Aunque antes de eso, volvió a llevarme a su oficina y a hacerme el amor... varias veces. Volvimos a amarnos por última vez. Después me dijo que no había dejado de pensar en mi y que estaba muy enamorado, pero que nuestras vidas pertenecían a mundos muy distintos y que él había elegido seguir con la suya y que yo debería seguir con la mía.
    
    No volví a verlo. Lloré, me deprimí... lo superé y decidí escribirlo. Nunca me arrepentiré de aquellos tres días. Fueron los mejores de mi vida. 
«12345»