1. Historias del metro - 1


    Fecha: 04/07/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hace años, cuando vivía en la Ciudad de México, era uno de mis pasatiempos viajar en el metro. Lo usaba para ir a casi cualquier parte que necesitaba, y muy a menudo salía con tiempo extra para poder entretenerme un rato. Ésta es una de esas ocasiones. Para la vez de este relato, ya conocía como funciona el "metreo", y sólo fui a buscar lo que quería por ese día antes de llegar a mi destino.
    
    Como algunos sabrán, por la mañana, los vagones están a reventar, y eso es algo que con mucho gusto se aprovecha, sobre todo en las líneas del metro más abordadas, que son las más largas y con más transbordes.
    
    Por esa mañana, ya estaba a las 7am en la terminal Pantitlán de la línea 1. Como esperaba, la gente luchaba por poder entrar a los vagones cada que llegaba un tren a la estación. Yo fui al último vagón, a la última puerta, "la de los gays". Esperé un poco a poder estar al frente del gentío para quedar al fondo, acorralado entre todos los pasajeros.
    
    Y como lo planeé, quedé de cara a las puertas que no se abren. Allí me senté en el suelo, y así, mi cara, y boca, quedaban justo a la altura indicada. Muchos bultos se acercaron a mi rostro y ni siquiera había empezado el viaje. Ya se me hacía agua la boca.
    
    No tardaría mucho en recibir mi primera verga. Un hombre de traje, bien arreglado, notó cómo estaba. Se acercó para quedar de frente a mi, y sin decir algo entre ambos, inicié mi labor.
    
    Apenas empezó a andar el tren, mis manos fueron a su entrepierna, y sentí un pene de un tamaño decente, pero con un enorme par de huevos colgando debajo. Sin más preámbulo, le bajé el cierre, y metí mi mano para liberar la verga que me iba a comer. Apenas la toqué, creció, y se fue agrandando entre mis dedos. Era tan grande como los huevos, que ocupaban toda mi mano. La verga casi una mano y media de largo, y eso que tengo manos grandes. Para mí fortuna, estaba circuncidada. No me gusta mucho cuando no lo están.
    
    Y allí, entre el mar de hombres, la empecé a chupar, metiéndola en mi boca tanto como podía sin causarme arcadas. Estaba bien aseada, y deliciosa. Le pase mi lengua a lo largo del tronco, y luego la saqué para lamer el frenillo. Después, pasé mi lengua por todo el largo de esa suculenta verga y fui hasta los huevos, y me metí ambos a la boca para chuparlos y lamerlos.
    
    Luego seguí mamando ese trozo de carne, y el hombre tomó mi nuca para coger mi boca. Yo lo resistí, ya que era tan larga que alcanzaba mi garganta. Después de algunos minutos de moverme de atrás a adelante, y de lamer esa carne caliente, sentí cómo empezaba a palpitar. En ese momento me hice para atrás para dejar sólo la cabeza en mi boca, y con una mano lo masturbé.
    
    Tras algunos momentos más, el tipo empezó a venirse en mi boca. Y supe que tenía esos huevotes por una buena razón. Lanzó chorro, tras chorro de leche caliente y espesa con fuerza, llegando hasta mi úvula, y fui tragando tanto como podía para no ahogarme de tanto semen que eyaculó. Cuando terminó de venirse, me ...
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