1. Cariño ya estoy en casa y Mis Vecinos De Enfrente


    Fecha: 30/06/2019, Categorías: Bisexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... quedándose muda y petrificada al ver quien estaba follándola, le puse un dedo en los labios cuando estaba a punto de decir algo y continué con mis movimientos.
    
    La sorpresa la había enfriado un poco, pero al mirar a su lado, vio a los dos hermanos que estaban follando desesperadamente al lado nuestro, no pudo apartar la mirada. Ciertamente era muy excitante ver una pareja haciéndolo tan cerca.
    
    Sin cesar en mi bombeo, le acaricié las tetas, intentando tranquilizarla y ella pareció reaccionar a mis mensajes, relajándose un poco.
    
    Ahora José y yo estábamos juntos, el sudor nos corría por todo el cuerpo, y me excitaba enormemente, estar follando mientras veía cómo la polla de José se enterraba una y otra vez en el coño de Patri y el roce de éste conmigo en cada movimiento me ponía aún más.
    
    Patri había aprovechado la posición para volver a besar a mi mujer, que al principio estaba reacia, pero que poco a poco y viendo que yo las miraba más lasciva que reprobadoramente, se fue relajando y aceptándo el beso.
    
    Yo ya tenía todo mi semen a punto, no podía aguantar más, comencé a gemir, anunciando que me correría de forma inminente. José me pidió que aguantara y que me pusiese de pié en la cama frente a él, para tragarse toda mi leche.
    
    Eso llamó la atención de mi mujer, que parándome me invitó a hacerle caso, incorporándose y poniéndose muy cerca de la cara de José.
    
    Me subí a la cama y situando una pierna a cada lado de Patri que seguía siendo atravesada por su hermano, puse mi polla a la altura de la cara de éste, que sin mediar palabra se la metió en la boca, regalándome una maravillosa mamada final.
    
    No aguanté mucho y ante la atenta mirada de mi mujer que casi rozaba su cara con la de José, me corrí, casi al mismo instante que éste también lo hacía dentro del coño de su hermana.
    
    Los gemidos de José hicieron que se le escapase parte de la leche que yo estaba depositando en su boca y con lasciva curiosidad, mi mujer, pasó la punta de la lengua alrededor de la boca de José, aún ocupada con mi polla y mis últimos espasmos.
    
    No debió disgustarle el sabor del fluido, porque inmediatamente después de retirar mi polla de la boca de José, le besó ávidamente, compartiendo con él tan preciado líquido.
    
    Me tumbé junto a Patri, observando el beso, no podía pensar en otra cosa que en el placer que habíamos tenido y deseando que mi mujer también hubiese disfrutado como yo.
    
    Era algo que debíamos repetir, pero esta vez sin sorpresitas, aunque a decir verdad: la sorpresa fue un aliciente más. 
«1234»