1. Segundo masaje


    Fecha: 28/06/2019, Categorías: Dominación / BDSM Gays Sexo con Maduras Autor: Gavin, Fuente: SexoSinTabues30

    (Continuación de «Primer masaje»)
    
    Sí, como era previsible volví a ver al masajista del club. No tenía ninguna lesión ni sentía algún dolor en particular, simplemente sabía que el oriental no iba a decepcionarme.
    
    – Está pensativo hoy- dijo el Chino, mientras me masajeaba la nuca y los hombros -¿Problemas?
    
    – Nada que no se vaya con un buen masaje – dije – usted es el amo, yo su esclavo..
    
    – Me gusta que lo entienda así. Usted es mi niño preferido. Tiene un cuerpo muy disfrutable. Y hoy tengo juguetes nuevos para usted. Dese vuelta.
    
    Boca arriba, con los ojos cerrados, dejé que me masajeara los muslos y las caderas. En la camilla, el Chino me dominaba completamente con sus manos aceitosas. Su ancestral conocimiento de las zonas erógenas era una fuente interminable de delicias.
    
    Un zumbido me hizo abrir los ojos. El Chino sostenía un pequeño vibrador celeste y sonreía.
    
    – Desafío: ¿aguanta el vibrador durante tres minutos sin eyacular?
    
    Sabía que no tenía chances, pero acepté la prueba. El Chino me dijo que programara la alarma de mi celular. Tres minutos. Así lo hice.
    
    Acercó el vibrador al frenillo de mi pene. Traté de pensar en cualquier cosa (en la tarea de Geografía, en el próximo partido), fue inútil: en segundos el contacto ya me había provocado la erección. El Chino apenas rozaba mi piel, pero lo hacía con tal destreza que el placer era bestial.
    
    Y aunque me agarré fuerte de los bordes de la camilla, aunque moví mi pelvis para amortiguar su acción devastadora, no pude resistir.
    
    Impasible a mi orgasmo y al semen que le había salpicado la cara, el Chino continuó sometiéndome con el vibrador. Yo acababa de eyacular pero mi erección se mantenía al máximo. ¡Eso nunca me había pasado!
    
    La alarma sonó, los minutos siguieron pasando, pero el Chino no se inmutaba. Yo me estremecía, sacudido por sucesivas oleadas de placer.
    
    – Con este vibrador podría mantenerlo excitado durante horas. Es un buen juguete. ¿No le parece?
    
    Estaba tan conmocionado que apenas pude susurrar que sí. Lo estaba disfrutando tanto, deseaba que no se detuviera nunca.
    
    Él siguió acariciando mi pene con exquisita paciencia oriental hasta que, con una convulsión, alcancé un segundo orgasmo.
    
    – Doce minutos. No está mal para un niño de trece años – dijo, apagando el vibrador. Se limpió la cara y después se ocupó de retirar el esperma de mi vientre.
    
    Yo estaba exhausto y lo dejé hacer.
    
    – Me gusta mucho su pubis – comentó, acariciándome – es liso, plano, sin pelitos. Cuando duermo sueño que estoy acostado sobre él. Y tengo lindos sueños.
    
    Creí que ya habíamos terminado, pero el Chino quería probar conmigo otro juguete. Su forma era la de una T invertida, de unos 15 centímetros de largo. La pieza vertical estaba compuesta por unas bolas recubiertas de siliconas.
    
    – Boca abajo y arriba la colita – me ordenó. Me puso abundante gel y fue penetrándome con el juguete. Cuando entró completamente , empezó a vibrar.
    
    – ¿Le gusta?
    
    – Se siente ...
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