1. Ella era casada y se prendio de mi pene


    Fecha: 28/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Se llama Andrea. La encontré en la calle un día. Hacía años que no la veía desde la primaria, pero la reconocí. No es muy exuberante, es bajita y de buen cuerpo y cabello negro, pero es muy caliente. Yo no sabía que era tan caliente hasta que me comenzó a platicar que era casada y que su esposo la “dejaba muy sola”. Esa confesión me sonaba a “quiero sexo contigo”. Yo trabajaba en una tienda de barrio donde ya les platiqué la ves anterior y ella comenzó ir seguido a platicar. Yo temía que su esposo la siguiera y se molestara pero ella seguía visitándome. Una vez llegó cuando ya estaba cerrando la tienda. Platicando se agachó delante de mí para preguntarme por algo de ahí y me puso sus nalgas frente a mí. Yo le vi su buen trasero, y ella traía un vestido ceñido al cuerpo pero yo la respetaba mucho por ser casada. No me atrevía a agarrarle las nalgas por respeto, aunque se me antojaron, pero no pude evitar que mi verga se pusiera dura. Cuando ella se enderezó y se volteó para verme se me quedó viendo al bulto de mi pantalón. La tienda ya estaba cerrada. Estábamos solos y se me acercó sonriéndose. –Qué te pasa- me dijo.
    
    Le dije que me había excitado verla empinada pero que mejor nos fuéramos de ahí porque ella era casada. Ella se me pegó al cuerpo y me sobó mi pene por encima del pantalón. –La tienes bien grande- me dijo y no paraba de sobármela. Yo me quedé quieto como congelado pero con la cosa bien dura. Entonces Andrea me desabrochó el zíper del pantalón y me sacó el miembro.
    
    Cuando lo tuvo en sus manos se quedó de una pieza, su mirada destellaba deseo, lo tomó con sus dos manitas y jaló hacia atrás el cuero de mi carnoso pene y vió brillar en la punta la cabezota. –Qué rica- me dijo. Y me lo masturbaba con sus manos. Se sentían tan suaves. Cada vez que jalaba el cuero hacia atrás la cabezota se asomaba invitando a Andrea. Y yo la sentía durísima, mi erección estaba a mil.
    
    Se le quedó viendo con ojos de lujuria y me dijo otra vez que estaba bien grande. Entonces se arrodilló frente a mí y comenzó a chupármela. Sin decir nada más se me prendió del miembro y me lo chupaba y me lo chupaba. Yo me sentí en la gloria y gemía como loco en cada mamada. Ella me lo hacía tan rico. Su lengua se enroscaba en mi pene cosquilleándomelo y me hacía gemir de gozo. Le hundía el pene en su boca hasta su garganta y lo sacaba y se lo volvía a tragar. Yo ya sentía la leche acumularse en mis testículos. Yo ya no aguantaba más y ella lo sabía, estaba dispuesta a hacerme venir y yo ya no podía resistirme Ella entonces apretó el ritmo de sus mamadas dándome tremendos chupones. Se escuchaba como si estuviera chupando una paleta pop. Entonces ya no aguanté más, sentí un espasmo venir desde mis testículos, los borbotones de leche se derramaron de mí, y varios disparos de semen brotaron de mi caliente tranca y se los aventé en su boca. Le escuché gemir . . –aaagghh- . . cuando se estrellaban en su garganta. Yo me venía y me venía y el semen escurría por fuera de sus ...
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