1. Mi profesora, mi compañero y yo (Parte 3)


    Fecha: 12/06/2019, Categorías: Bisexuales Autor: OscarM20, Fuente: CuentoRelatos

    ... comenzó a besarme con pasión y me soltó unos segundos después para preguntarme "¿te gusto tu primer mamada de verdad?". No respondí nada, estaba muy lastimado y me costaba hablar. Me había gustado poco, lo de casi ahogarme me dejó un mal sabor de boca. Fue entonces que ahí, tirado en la cama boca arriba, sentí como un pequeño bulto entraba en mi ano y me llenaba de golpe de algo frío. Volteé a ver y vi a Caleb con un bote de lubricante en la mano, me había metido la boquilla por el ano y con una mano vaciaba la botella en mi interior mientras que con la otra me acariciaba la pierna.
    
    Casi al instante intenté liberarme, pero Sasha me echó todo su peso encima y no pude evitar escucharla. "Déjate, Óscar, si te dejas todo va a ser más fácil... hasta te va a gustar". Yo estaba moviendo mucho mis piernas, pataleaba, pero poco tardó Caleb en aplacarme. Comencé a llorar y a pedirle que no lo hiciera, pero poco hizo aquello. Lo siguiente que siento es cómo si alguien me estuviera, literalmente, partiendo a la mitad. Mi cérvix dolía, mi ano me dolía y mis huesos de toda la zona púbica me dolían. Quise gritar, pero los gritos se me quedaban en la garganta. Me estaba violando, estaba siendo penetrado por la fuerza por una verga tan horrorosamente grande como aquella. Finalmente, sentí cómo si algo tronara dentro de mí. Fue entonces que escuché las palabras que más miedo me metieron en la vida "ya entró el glande, ya pasó lo difícil". Sentí como si me metieran un tren en el culo, no un glande. Tuve miedo porque no había sido tanto comparado con el resto de su pene. Fue entonces que empezó mi pesadilla. Sin ninguna piedad, Caleb dejó entrar su pene en mi interior, una y otra vez, sus embestidas eran rápidas y fuertes y me tenía bien agarrado de mis piernas, mismas que empezaron a perder fuerza con cada entrada y salida que el enorme pene de Caleb hacía. Entre y sale, entre y sale, entre y sale. Sus movimientos de cadera eran perfectos y su pene me expandía más y más con cada metida. Todo mi cuerpo se relajó después de un rato, no porque se sintiera bien ni nada, sino porque estaba perdiendo fuerzas. Pasaron cinco minutos que me parecieron cinco horas hasta que Caleb finalmente me dejó y me quedé ahí, tirado sin poder hacer nada mientras él y Sasha cogían a mi lado de manera pasional y sin pudor alguno.
    
    Se pusieron de pie a mi lado, Caleb agarró a Sasha por los brazos y metió su pene en el irritado y casi expuesto ano de Sasha. Yo seguía temblando y ellos gozaban como putos conejos. Las caderas de Caleb se movían con una rapidez increíble y el tronar de su cuerpo al chocar contra el de Sasha producía aplausos viscosos y muy satisfactorios. Cuando me vine a dar cuenta, Sasha me miraba y se mordía los labios, sus ojos lagrimeaban y tenía la cara congestionada, las venas de su rostro marcadas. No sé cuánto tiempo pasaron ahí, cogiendo a mi lado, cuando me vine a dar cuenta, estaba abrazado al cuerpo de Caleb, con mi cabeza apoyada en uno de sus brazos. Sasha ...