1. METAMORFOSIS 176


    Fecha: 07/06/2019, Categorías: Gays Autor: Betelgeuse, Fuente: SexoSinTabues30

    ... y procedía a besarle el pecho y vientre, deslizó el pantalón del pijama mostrándose el penecito lampiño erecto, la cara del superior se posó junto al pene emitiendo sonrisas hacia el niño, la nariz pasó por el penecito oliéndolo detenidamente, abrió su boca copando todo el penecito lampiño dentro de su cavidad bucal, procedió a chupar y lamerlo mientras el niño se arqueaba con gusto, la escasa luz del candil mostraba el movimiento de cabeza sobre la parte intima infantil, delicioso, simplemente eso, delicioso, pasar los labios ensalivados por ese penecito erecto era agradable, oler los residuos de orina en la punta del glande recubierto por el prepucio también era delicioso, lo hizo girar sobre la cama, le besó el traserito, espalda, muslos y sobre todo esos hermosos pies bien formados, la lengua pasaba rígida entre los glúteos dejando rastros de saliva que se incrementaba a cada paso que daba, el niño estaba relajado con tanto beso, ahora lo mejor, lo que al pequeño le gustaba, el roce del glande adulto sobre su piel suave de glúteos voluminosos que tanto a traían al clérigo, aquellos voluminosos glúteos ajustados al calzoncillo al momento de ser mojados en los clavados de la piscina del internado, esos glúteos como de nena, esos glúteos rosáceos de niño hermoso, el superior del internado, solo de recordarlo, suspiraba, sentían el roce, a Cesar Andrés se le escapaba un suspiro, el glande rozaba por largo rato esa separación del glúteo llegando a la entrada del ano, ensalivado se sentía mejor, el niño había sido desvirgado por el clérigo iniciador, ahora en su cama, en la estancia de sus padres era nuevamente sometido, así como tantas veces en el internado, era su favorito, su pequeño, despacito, despacito, se lo iba metiendo por el traserito, emitía gemidos, gemidos de complacencia, de gusto, como sentirlo pues iban acompañados de palabras dulces, como a Cesar Andrés le gustaba, el pene entraba despacio, con amor, con mucho amor, decía el clérigo a su niñito favorito, se detenía para besarle el cuello y el pelo sedoso bien cuidado, entrelazaba sus manos con las del niño sintiendo esa piel suave y de nuevo el pene entraba, el niño mordía los labios, pujaba, ya casi hermoso, ya casi primor, ya casi Andresito vida mía, ya casi mi cielo, eran las expresiones del adulto hacia el niño sometido, se detenía, para relajarlo, luego seguía metiéndolo con más saliva, más adentro, mucho más adentro, milímetro a milímetro ese glande se perdía entre esos voluminosos glúteos de niño hermoso, ya estaba dentro de sus entrañas y bufaba, luego el mete y saca, mete y saca, despacio como a él le gustaba, todo todito adentro, a su edad ya lo consentía todito, así, así, decía, más, más, más, se dibujaba en la mente infantil, horas antes ya lo había visto inquieto manoseándose la entrepierna al disimulo y rascándose el traserito en señal del deseo que era interpretado así por el clérigo, lo había formado suyo, sexualmente, le pertenecía, eso le hacía saber en cada ...
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