1. Variación salvadora


    Fecha: 18/03/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... escandaloso que el suyo. Empecé a temblar y me apreté contra la butaca, apretando las mandíbulas para ahogar los gemidos. Me arqueaba en mi asiento y apretaba los pechos contra sus manos. Me sentía más y más caliente y estaba segura de que estaba tan mojada que mis jugos debían estar empapando el asiento.
    
    Empecé a respirar con inhalaciones lentas y profundas, concentrándome en intentar retrasar todo lo posible un orgasmo inevitable. Me llevaba la mano a la boca para ahogar un grito cuando Miguel me colocó la falda en su sitio y volvió a su butaca.
    
    Levanté la vista, completamente desorientada, y le miré. Por un momento pensé que la película habría acabado o que nos habría descubierto algún acomodador, pero bastó una mirada a Miguel para darme cuenta de que aquello estaba muy lejos de acabar.
    
    Me pidió que fuera al baño y le esperara en la última cabina y ni lo dudé. Me temblaban las piernas cuando me puse de pie y me dirigí a la salida, y seguían temblando cuando entré en el aseo y me apoyé en la pared, esperando.
    
    Pasaron un par de minutos eternos antes de que llegara. Cerró la puerta, pasó el pestillo y empezó a desabrocharse los pantalones. No hizo falta que me dijera nada para que ahora fuera yo la que me arrodillara a sus pies. Su erección, delante de mi cara, resultaba impresionante.
    
    Le acerqué la lengua y la pasé lentamente desde los huevos hasta la punta. Recorrí el mismo camino una y otra vez, hasta que tuve su pene completamente empapado en saliva. Siempre me ha encantado el sonido de mi lengua húmeda sobre la verga caliente de un hombre.
    
    Para cuando terminé, las primeras gotas de líquido empezaban a salir de su pene. Las recogí con la punta de la lengua y las froté contra mis labios, disfrutando desde el suelo de la vista de su expresión hambrienta. Supe que si no hacía algo para evitarlo íbamos a acabar enseguida, así que descendí un poco más y me metí sus huevos en la boca tanto como pude. De un solo golpe y sin tocarlos con las manos, masajeándolos suavemente con la lengua. Noté cómo daba un respingo y temblaba, y empecé a succionar. Sólo me alejé cuando él no pudo aguantar y llevó mi cara hasta la punta de su pene. Abrí la boca y me la clavó sin darme tiempo a respirar. No tuve que hacer nada más, me sujetó la cara entre las manos y empezó a mover las caderas, marcándome el ritmo que necesitaba.
    
    Literalmente estaba follándome la boca y eso me excitaba como no me parecía posible. Me relajé y dejé que entrara tan al fondo como pudiera, disfrutando de su sabor y de su tamaño.
    
    Con suavidad cogí sus huevos en mis manos y empecé a acariciarlos al mismo ritmo al que él movía sus caderas. La sensación era increíble, pero no suficiente. El calor y el vacío que sentía entre mis piernas me exigían algo más y aunque quería darle tanto placer y excitarle tanto como él había hecho conmigo en mi butaca su verga en mi boca estaba volviéndome loca. Lo necesitaba en mi coño. Y pronto. No me hizo esperar mucho, aunque para mí los ...