1. Sabor Salado


    Fecha: 12/01/2021, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pastelería una buena ración de pastel de chocolate. No tenía ni de lejos la pinta que el del restaurante, pero para mis propósitos sobraba.
    
    Esperé a que Miguel acabara de cenar y se sentara, en boxers, en el sofá a ver la tele. Me puse mi camisón “de guerra” sin nada debajo y me preparé un plato un trozo de tarta. No tenía muy claro como continuar pero estaba cachonda como una perra y con ganas de disfrutar de mi postre con todos los complementos.
    
    Me acerqué a Miguel mientras comenzaba a partir la tarta y comentaba casualmente:
    
    - “Joder, Amparo me ha dicho que esta tarta está de muerte, pero que con un poco de leche condensada por encima ya es la hostia. Y no tenemos ni una gota, que putada”
    
    - “Jeje, ven tonta, si quieres te puedo dar del tubo este que tengo aquí”, me contestó riendo mientras pasaba su mano obscenamente por encima de su polla
    
    “Qué idiota eres, nene” pensé mientras sonreía “Va a ser verdad que todos sois iguales”
    
    Sonriendo como una tonta, que también les mola a todos, me senté junto a él mientras dejaba a un lado el plato y comenzaba a manosearle la polla. Lo tenía exactamente donde quería.
    
    Besándole con toda mi pasión, le bajé los boxers y le comencé a masturbarle sin más preliminares. Empecé con un pajote de cinco estrellas, de esos de mucho rollo con uñitas y caricias, algo que siempre ponía cardiaco a Miguel, más que la típica paja cañera a todo gas. Cuando noté que salía el primer trazo de líquido preseminal, me puse de rodillas ante él con la cabeza entre sus piernas, asegurándome de tener el plato con la tarta a mi alcance.
    
    Comencé entonces una mamada profunda, lenta y ensalivada. Me centraba sobre todo en su capullo, aunque pronto sujetó mi cabeza con ambas manos y comenzó a follarme la boca sin delicadeza alguna, algo que tanto a él como a mi nos encantaba. Apenas transcurridos unos minutos, ya que me estaba empleando a fondo como una perra, me dio el aviso de siempre:
    
    - “Nena, no puedo más...”
    
    Normalmente esa era la consigna para que intensificara mis esfuerzos y consiguiera hacerlo derramar en mi boca en tres o cuatro acometidas, pero en esta ocasión retiré su pene de mi boca mientras comenzaba a pajearlo furiosamente, con todas mis fuerzas, al mismo tiempo que acercaba el plato con la tarta
    
    - “Pero... ¿Qué cojones?” exclamó sorprendido, pero no le dio tiempo a decir nada más.
    
    Tras unos pocos manotazos comenzó a eyacular copiosamente sobre el pastel. Estaba alucinado y no entendía nada, pero nada en el mundo podía parar los acontecimientos.
    
    Exprimí su pene hasta la última gota y el trozo de tarta quedó cubierto de su esperma, exactamente como el del restaurante. Miguel me miraba con pinta de no entender nada, pero me puse un dedo entre los labios para indicarle que se callara y tomé plato y tenedor.
    
    Me puse a su lado de rodillas, sonreí y lo miré fijamente a los ojos. Con la boca rebosante de saliva, expectante de poder probar lo que se avecinaba, tome un buen trozo del ...
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