1. Meliá, una verdadera belleza desplumada


    Fecha: 16/12/2020, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi nombre es Roberto y cuando sucedió esta historia era yo aún joven, de mi vida, tenía tal vez, lo que todo joven podría desear a esa edad, si bien no vivía con mis padres, ya que estos se habían divorciado cuando era yo aún muy joven, el destino me recompenso al ponerme al cuidado de esta muy bella, joven y elegante mujer, quien a partir de ese momento se convertiría en mi madre sustituta, su nombre era Meliá, tenía apenas 22 años cuando decidió adoptarme, amiga de mis padres, y durante 12 años había estado al cuidado mío; Así que creo que es justo que empiece a hablar de ella.
    
    Su nombre era Meliá y justo en ese tiempo contaba con 34 jóvenes años de edad, ella era bella, con sus singulares 1.57 cm de altura (yo media 1.85 de alto) su tez profundamente blanca cual leche, esas mejillas rosadas que se cargaba, que en un día de sol podían verse desde muy a los lejos, esa sonrisa perfecta y sus bellos dientes cuales perlas marinas, envuelta en su elegante manera de vestir y caminar enfundada en trajes, escotadas blusas, apretados suéteres que dejaban ver su marcada figura de mujer joven, falditas cortas, pantalones vaqueros apretados, shorts de mezclilla sensuales que combinaban a la perfección con su cuerpo esbelto y dejaban ver unas bien formadas y paraditas nalgas torneadas, sin cómo olvidar esos muy redondos y enormes pechos, que se dejaban ver por detrás de esos ajustados botones de sus blusas de vestir cuales copas c, que combinan a la perfección con ese cuerpo delgado y tan curvilíneo que se cargaba; Pero lo que más destacaba en sí de ella y que puedo decir era la locura y lujuria de muchos hombres, además de la envidia de no pocas mujeres y el sueño de demasiados pervertidos era su muy larga, suave, lacia, frondosa, tupida y castaña cabellera, que llegaba hasta sus lindos tobillos, cubriendo tan majestuosos y bien esculpido cuerpo entre esas hebras casi color trigo y el cual peinaba de mil maneras.
    
    En forma de rodete, moño, media cola, cola de caballo, en trenza, pero la que más me gustaba a mí era la que se hacía con motivo de alguna reunión importante en su empresa, la cual consistía en peinar ocultando la mitad de su largo cabello, debajo de este, utilizando siempre una diadema dorada para sujetarlo con fuerza, así que este con el cabello húmedo y suelto se viera con más volumen y brilloso, acto seguido la parte de la coronilla era adornado con un tocado en trenzas y estas a su vez sujetadas firmemente hacia la frente con una especie de anillos para el cabello de color plata, quedando como una corona brillante y como toque final un moño color rojo entre la unión de la diadema y el cabello dividendo la nunca y la parte de arriba de la cabeza.
    
    todas la noches después de haberse dado un largo baño de tina de agua tibia, salía completamente con el cabello húmedo y suelto, con este aun escurriendo, me pedía con una dulce, melodiosa y alegre voz llena de bondad y amor tan fina y frágil si podía cepillárselo para que se secara más ...
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