1. Tacones de altura


    Fecha: 30/07/2020, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... vistazo a mi escote girando su cabeza levemente y vuelve a pasar su lengua por los labios, para después seguir concentrado en la carretera.
    
    - Bonitas tetas se adivinan ahí. - me dice con una nueva sonrisa.
    
    - Huy, gracias. - añado abrochando de nuevo el botón haciéndome la despistada.
    
    El hombre echa unas carcajadas y después detiene el coche aparcando en un lugar oscuro que no consigo identificar. Se apoya con su brazo en el asiento, me mira seriamente y luego dirige su mirada a todo mi cuerpo. Yo me echo para atrás algo asustada.
    
    - Si crees que con enseñarme el canalillo me vas a dar por pagada la carrera, vas lista, preciosa. Ese truco es muy viejo.
    
    - No, Raúl, no pretendía…
    
    - Mira bonita, tienes que pagarme y punto. Sin trucos. Si quieres te llevo a un cajero.
    
    - Verás, es que… no me funciona la tarjeta.
    
    - ¡Vaya, mira tú qué casualidad! - añade riendo a carcajadas.
    
    - ¡Es verdad!
    
    - Angelito, me tienes que pagar, no te voy a fiar, ni a ti, ni a tu jefe. Yo le hago el favor de llevarte, pero este es mi trabajo y no te conozco de nada. Compréndelo, preciosa.
    
    - Pero don Daniel podría...
    
    - No, yo qué sé si él te va a fiar a ti. O me pagas ahora o te dejo en la puta calle. - añade más serio.
    
    Miro afuera y veo que todo está muy oscuro, pero fijándome en alguna farola lejana, parece la entrada a un polígono industrial, pero allí, desde luego, no hay ni un alma, ni tan siquiera sé en qué lugar concreto estoy.
    
    - No me puedes hacer esto. - le recrimino.
    
    - Vaya que sí. O pagas o te bajas.
    
    Miro a la calle de nuevo y no hay luces cercanas, ni carteles, ni nada que me pueda servir de refugio en el caso de llamar a mi esposo y decirle que venga a buscarme.
    
    - Si me llevas al trabajo de mi esposo, él te podrá pagar.
    
    - Y... ¿Dónde es eso, bonita?
    
    - A unos veinte kilómetros, a las afueras.
    
    - Ni loco. No voy a hacer otra carrera en la que no tengo seguridad de cobrar.
    
    - Quizá a algún vecino al llegar pueda pagarte, al llegar. - añado nerviosa.
    
    - No, preciosa. Ya te digo que no me la juego.
    
    - Pero es que no sé de qué otro modo puedo...
    
    En ese momento me mira y se relame. Parece pensativo, pero por su mirada lasciva entiendo que lo que quiere es otra cosa a cambio del pago de la carrera. Noto su cerda cara comiéndome. De repente suelta:
    
    - Si me haces una mamada, puede que te lo perdone, siempre que la hagas bien, claro.
    
    - ¿Cómo? - digo, agarrándome al borde del asiento, alucinada.
    
    - Me has oído, bonita. Me la chupas, me haces ver las estrellas y te llevo a tu casa.
    
    - Pero…¿Cómo voy a hacer eso?, ¿Estás loco?
    
    - Loco por tu cuerpo. Me la has puesto dura desde que te he visto en la galería. Esas tetas me tienen loco y esas piernas con esos tacones, ufff, nena, ¡levantas a un muerto!
    
    Mi cabeza da vueltas, producto del alcohol que he tomado y nerviosa por la situación, pues nunca me había visto en otra igual. Desde luego es cierto que esos tacones están causando estragos.
    
    - Bueno, ...
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