Lluvia - Relatos Eróticos

Lluvia

Solo quería llegar a casa cuanto antes. Caminaba muy deprisa y no sin dificultad. Había sido un día largo, excesivamente largo, y no tuve oportunidad de un respiro. Mi vejiga repleta y escandalizada estaba a punto de reventar, y pedía a gritos desaforados un inmediato alivio. Necesitaba orinar ya, pues corría el riesgo de empapar todas mis ropas, y lo que lo hacía aún peor, en el medio de la calle. A toda velocidad llegué a casa, y casi derribo la puerta principal al cruzarla con violenta premura. Para mayor angustia, hacía un calor sofocante, quizás exacerbado por mi estado de necesidad urinaria. Ni lo pensé y me fui quitando toda la ropa, zapatos incluidos, que fueron quedando desperdigadas por el suelo, y así, desnuda y sudorosa me dirigí rápidamente a la habitación especial. Ahí estaba él, con esa sonrisa en los labios, contento como siempre de verme, y mostrándome efusivamente su alegría desde sus ataduras. Ahí estaba, dispuesto a recibir con orgullo todo mi torrente sobre su cuerpo, todo mi chorro derramado sobre su felicidad, como premio por su obediencia. Tragó, jugó, se bañó con mi abundante orina, guardada solo para él, aguantada durante tanto tiempo para multiplicar el placer de soltarla sobre tan magnífico recipiente. Con la serenidad del alivio de tensiones, le di un cariñoso beso en sus labios, me levanté, le di una última mirada a su cuerpo notoriamente emocionado y todo embadurnado de mí, y cerré la puerta tras mis pasos. Entonces me dirigí al baño, necesitaba refrescarme, pero antes, me vendría muy bien un rato para darme placer de la manera en que solo yo sé hacerlo, con los juguetes que me gustan, aún sentía mucho calor.