1. El arte de comer


    Fecha: 23/05/2020, Categorías: Sexo Oral Autor: ElRelatoDeCarlos, Fuente: TodoRelatos

    El arte de comer
    
    Un demonio debe saber comer. Es un arte cuya disciplina se debería estudiar con precisión y dedicación absoluta. Comer una concha, un coño, un chocho, una panocha, la rajita, el papo... Sí, queridas lectoras, comer entre horas y entre las piernas. ¿Qué se esperan cuando están dispuestas a ser alimento y abren desvergonzadamente las piernas? Pues que se lo coman sin desperdiciar nada, sin dar rodeos, sin buscar excusas disimuladas para evitar mojar la lengua hasta la barbilla. Sí, lamer, chupar, succionar... lubricar, gemir bajito, suspirar sin parar y acabar con vocales párvulas. De eso se trata, de que los orgasmos exploten en la cara de su demonio y arrollen cada nervio de sus cuerpos indefensos.
    
    Es una disciplina, presentarse a la vulva con sumo respeto, acercando la respiración, notando las palpitaciones de las arterias en las piernas y sus pieles erizadas al tacto de un moreno con duro vello en la cara y espeso en el cuerpo. ¡Sí! Se acerca el demonio, mirando a los ojos y lamiendo los labios. Con la lengua se separan los pliegues, sin prisa para que se vean las ganas y afloren las que serán las cremas en el rico manjar. En boca, el sabor es increíble. El paladar debe ser educado, las papilas sumergidas y secuestradas en tantos sabores exquisitos. Un coño sabe y huele rico. Punto. Sigamos comiendo la concha.
    
    La lengua, a pequeños golpecitos, debe llamar a la entrada, sólo por ver si abren o hacen esperar; en ambos casos, la sensación de suave tacto es imprescindible sentir, sólo se echa en falta tener unos largos centímetros más de lengua y llegar a lo más profundo; hasta la fuente de la vida. Qué les puedo decir si sé que en este momento ya lubrican de forma incontrolada, se les nota en la forma de leer la receta de este gourmet. ¡Esa mirada perdida!
    
    Abramos más camino, lengua hacia arriba y besos en los labios; los gorditos. Lamerlos sin miedo lleva al final de su senda, al tembloroso y palpitante clítoris. Este demonio envidia ese órgano tan perfecto. Qué sensación tan placentera comprobar si gusta de lamer, chupar o succionar despacito. Es tímido, si lo enciendes se vuelve ávido de caricias discretas, de esas que casi no lo rozas, pero sin dudas, lo palpas. Unas veces son círculos, otras de lado a lado o de arriba abajo, siempre protegido tras su linda piel que lo mima con cuidado. Este demonio sabe que el placer de tenerlo en la boca, sin tocarlo y sólo succionando, es inaguantable para la mayoría de ustedes.
    
    Es momento de apoyo y los deditos buscan el ritmo de la música de la vagina. ¡Qué momento, señoritas! Tan solo queda saber cómo cambiar el ritmo y la temperatura dispuesta con el aliento sobre ese apéndice infernal que llaman clítoris. Debieron llamarlo de otra forma, digamos “pollanera, penelete o cipotero”, más acorde a ese gran órgano que genera orgasmos tras orgasmos sin tener ningún aprecio por mi lengua ni por el cuerpo de su dueña. Sólo sirven para dar placer… ¡Cabronas!
    
    Son impacientes los ...
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