1. La chica que me invitó a una lluvia dorada


    Fecha: 21/04/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: PASEANTE GOZOSO, Fuente: TodoRelatos

    Los vecinos de la calle me habían invitado a una fiesta en su chalet. Yo sabía que lo habían hecho por compromiso porque apenas los conocía y solo habíamos tenido algunas conversaciones sobre temas sin importancia. Pero, para no quedar mal, decidí pasarme un rato después de cenar: me tomaría una copa y al cabo de una hora me iría porque no conocía a nadie.
    
    Una vez allí comprobé que el ambiente era el que me esperaba: treintañeros que se conocían entre sí y en el que yo sobraba. Estuve charlando con algunos de ellos con educación y cortesía mientras esperaba que pasara el tiempo que me había puesto para volver.
    
    Cuando no quedaba mucho para que se acabara la hora, tuve que entrar al baño. Al abrir la puerta para salir, se coló una chica. A mí me sorprendió la manera impetuosa en que entró y me quedé sorprendido sin saber qué decirla. Era una mujer de veintimuchos años, que vestía una camisa ajustada y una falda corta de color rojo. Viéndola tan de cerca me parecía una belleza con sus ojos verdes claros y una sonrisa repleta de dientes blancos. Lucía un pelo castaño claro que le caía por debajo de los hombros y unas piernas que me parecieron infinitas.
    
    -Vengo a mear- me dijo mirándome a los ojos.
    
    -Vale...- la respondí yo sin saber que decir por segunda vez.
    
    -¿Te gustaría que lo hiciera encima de ti?- añadió entre risitas.
    
    Pensé que iba borracha o drogada o que se estaba burlando de mí. Sin embargo, comprobé que, aunque su cara tenía un gesto divertido, también me miraba con picardía como si esperara mi respuesta.
    
    En esos momentos valoré debía hacerme el ofendido y marcharme para no arriesgarme a un escándalo o si le daba una oportunidad a aquella situación tan extraña que estaba viviendo. Finalmente la tentación resultó demasiado excitante y accedí aunque tenía muchas dudas. Ella cuando me oyó, se volvió y cerró la puerta con cerrojo.
    
    -¡Quítate la ropa y metete en la bañera!- me ordenó con tono autoritario pero sin perder su sonrisa.
    
    Yo me empecé a despojar de la ropa con el temor de que, en cualquier momento, entraran sus amigos para reírse y burlarse de mí. Pero me tranquilice al ver que ella se sentaba y se quitaba los zapatos, las medias y las bragas. Entonces decidí aprovechar aquel morboso regalo que estaba recibiendo y empecé a masturbarme tumbado en el fondo de la bañera. Ella se rio al verme como me tocaba el miembro y se puso encima de mí mientras se apartaba la falda.
    
    En esa posición pude contemplar sus torneadas piernas que, contempladas desde abajo, parecían todavía más largas. También admiré ese coñito que tenía unos pocos pelos rubios y cuyos finos labios apuntaban hacia mí.
    
    No tarde mucho en sentir el chorro dorado y caliente caer en mi polla mientras yo no paraba de masturbarme cada vez más rápido.
    
    -Limpiarme con la lengua- volvió a mandarme.
    
    Y yo estaba tan excitado en ese momento que no lo dudé. Me incorporé en la bañera y lamí el coño de aquella mujer que acababa de conocer. Estuve chupando ...
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